viernes, 20 de marzo de 2009

LOS POETAS DEL 50

Últimamente (y me refiero al último par de días) he sido sorprendido, en prensa, con dos informaciones que me han generado sensaciones de diverso calado en mi espíritu. Esas noticias tienen que ver, respectivamente, con Jaime Gil de Biedma y con José Agustín Goytisolo, dos de mis poetas favoritos, integrantes de la "Escuela de Barcelona", dentro del grupo generacional del 50.

La primera sorpresa, aparecida en casi todos los medios nacionales, tiene que ver con la realización de una suerte de biopic sobre el poeta Gil de Biedma, interpretado por Jordi Mollá. No sé si la elección de este ( a mi entender) solvente actor será la correcta, los resultados sólo pueden valorarse a posteriori; pero (y creo que no soy el único) si yo hiciese una peli sobre el autor de Las personas del verbo mi primera opción sería Antonio Resines. Por lo que he leído, los familiares del poeta y algunos de los amigos e integrantes de esa Dolce Vita que fue la gauche divine barcelonesa de los 60 andan, por así decir, con la mosca detrás de la oreja. La razón es que la película toma como base la biografía que escribió Miguel Dalmau (Circe ediciones), en la que se pone excesivo énfasis en la desatada vida licenciosa de Gil de Biedma. Por cierto, otros actores del film son Álex Brendemühl como Juan Marsé y Josep Linuesa como Carlos Barral (estas elecciones me parecen algo más acertadas, siempre a priori, claro). Ah, y la película llevará el espantoso título de El cónsul de Sodoma.

Por otro lado, ayer se cumplió el décimo aniversario de la muerte de Goytisolo, quien al parecer se suicidó tirándose desde una ventana. Y digo al parecer porque algún conocido del poeta me comentó en cierta ocasión que... bueno, que la cosa fue más accidental que provocada. Pero la noticia no es simplemente la triste efemérides. Conmemorando su muerte, se publican dos libros de obligada lectura: su Poesía completa (Lumen) y una recopilación de sus artículos publicados en prensa, Más cerca (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), ambos libros coordinados por Carme Riera (que se apunta a un bombardeo con todo lo que tenga que ver con la Escuela de Barcelona). Además de las dos golosas noticias en forma de libro, entre los días 24 y 26 de marzo se celebrará en la UAB (entre otros espacios) un congreso dedicado al autor de Palabras para Julia. En dicho congreso está confirmada la participación del hermano de José Agustín, Luis Goytisolo, novelista y académico de la RAE, y de Paco Ibáñez, el cantautor que ha musicado tantos poemas del barcelonés.

Así, por tanto, me produce en principio más satisfacción la segunda noticia que la primera; creo que la obra de Goytisolo debe ser referencia obligada en todo aquel que desee conocer la poesía del medio siglo en España. Pero no sólo eso sino que se publican los artículos, y esto es algo que me alegra, porque reconozco que soy un asiduo seguidor del articulismo. En esos textos suele descubrirse el pensamiento y la forma de entender la vida del autor, lejos de la posible ficcionalidad de sus obras más literarias. En cuanto a la película, espero equivocarme pero es más que probable que el guión se centre más en lo escabroso (es decir, sexo, homo o hetero) que en lo literario, con lo que alguien que no conozca la figura de Jaime Gil de Biedma puede llevarse una equívoca impresión.

viernes, 13 de marzo de 2009

Mi proverbial astenia primaveral

"- No es elegante pero en cambio muestra muy bien lo que le pasa a Horacio. Una víctima de la
cosidad, es evidente.
- ¿Qué es la cosidad? -dijo la Maga.
- La cosidad es ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción empieza nuestro castigo. Lamento usar un lenguaje abstracto y casi alegórico, pero quiero decir que Oliveira es patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte, para decirlo amablemente. En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo."
(Julio Cortázar Rayuela, cap. 17)

astenia.

(Del gr. ἀσθένεια, debilidad).

1. f. Med. Falta o decaimiento de fuerzas caracterizado por apatía, fatiga física o ausencia de iniciativa.



Desde hace años me viene sucediendo un fenómeno que, después de mucho analizar, he bautizado como "De la cosidad a la astenia". Creo que hay dos tipos de personas: las que cuentan el comienzo del año en enero (año natural) y los que lo cuentan en septiembre (año académico, curso liguero y otros de menor uso e incidencia). Yo soy de los segundos; esa época supone para mí una acumulación de ideas y proyectos, construyo unos perfectos principios de comportamiento para el resto del año e imagino que no voy a modificar un ápice los patrones que formulo candorosamente. Alguien me dijo una vez que soy un gran soñador, circunstancia que indefectiblemente termina llevándome a ser un gran frustrado, en tanto que no se materializan gran parte de esas ensoñaciones. Y eso comienza a suceder alrededor de la primavera, tiempo alegre para tantos en que el sol acaricia más morosamente pieles hartas de sus cárceles de tela, pero asesina para mí, asesina de irrealidades; al volverse y contemplar el reguero de desatinos que uno va dejando, le asalta la fastidiosa sensación de haber dejado de hacer muchas de las cosas que se propuso, de las cuales algunas de las menos triviales son todos los libros que uno no ha leído, las películas que no ha visto, los amigos que no ha visitado y (ay) las mujeres que no ha amado. O que no le han amado a uno, que no sé qé viene a ser peor. Y por ello la primavera me arrastra y me sorprende, oscilante, de la cosidad a la astenia.

martes, 10 de marzo de 2009

LITERADURA

Hace años, influido por la literatura de Bukowski y de Boris Vian escribí un relato que ahora ofrezco mutilado:


Hay algunos cabrones que tienen suerte. Y no tienen suerte porque sean unos perfectos cabrones, son cabrones porque todo les sale requeteputísimamente bien, porque las cosas les funcionan hagan lo que hagan, tienen coches que te cagas y se follan a las mejores pibas a pesar de que son unos pichacortas y más feos que mi culo. Por eso son unos cabrones.

Luego están los que son cabrones y punto. Los que gustan de joder al personal por el mero placer de hacerlo. Pero esos son unos mierdecillas. De esos no mertece la pena hablar.

Una vez conocí a un cabrón de los de (la) primera categoría. Con pedigrí y pata negra. Y sí, quizá lo más asqueroso, lo que me debería dar que pensar, acabar con mis venas abiertas, es que yo le tenía envidia. Porque yo lo odiaba por todo lo que en el fondo yo quería ser y no era. Porque escribía peor que yo y era más valorado, porque vivía y tenía dinero para gastar en coca y en whisky de malta del mismo oficio que a mí no me daba para comprar un peta. Porque cada noche se la chupaba una zorra distinta y lo que de verdad le molaba era romperle el culo a un niñato tiernecito. Porque tenía más años que yo y todavía no peinaba canas. Aunque yo tampoco las peinaba, porque tenía menos pelo que el coño de una muñeca de trapo. Porque era una especie de Jaime Baily sin acento sudaca. Y joder, cómo odio a Jaime Baily. Y porque el muy asqueroso daba la impresión de que hasta su mierda debía oler mejor que la mía.

Así que lo maté.

Matar resulta más fácil de lo que la gente piensa. Sobre todo si lo haces con gusto. Si el odio ha llegado a calarte tan dentro que lo único que te pide el cuerpo es ver cómo la persona cuya existencia estás terminando pierde, poco a poco, su vida de mierda entre tus manos. Y la sensación que te queda es una especie de regocijo, de trabajo bien hecho. De orgullo de ti mismo.

[...]

Semanas después recibí la llamada de este editor. Me ofrecía la posibilidad de publicar una novela que se publicitaría como una ruptura con lo anteriormente escrito, como una promoción del género marginal. Hay que joderse. Lo que me estaba proponiendo era que me quedara con el hueco del cabrón al que me había cargado. Y claro, acepté. Porque soy un mierda, porque no tengo integridad. Porque carezco de los valores mínimos que le impiden venderse a la gente. Porque no tengo un duro.

Escribí la novela, sin mucho esfuerzo. Conté la historia de un fracasado que mata a un cabrón que triunfa por envidia. Una basura de novela. Pero funcionó, tuvo éxito. El éxito no quiere decir que me hiciera millonario, pero me dio algún dinero para gastar en putas y la mejor farlopa que me he metido en mi vida. Una noche se me acercó una rubia que conocía de vista, me sonaba su cara maquillada como un payaso, y sus tetas excesivamente perfectas para ser naturales. Me preguntó si yo era quien era. Y sí, lo soy, así que me ofreció una mamada gratis. Y todos los días tendría una, porque le gustaban los escritores. La hacía sentirse parte de la cultura. Entonces recordé súbitamente quién era, y de qué la conocía. Era un travelo que andaba mucho con el cabrón, que le compraba de vez en cuando unas papelinas para follárselo. Ya me la estaba chupando y, la verdad, no sentí asco, sino todo lo contrario. El puto se la comía de cine. Así que no le dije que parara. Ni siquiera le impedí que, después de correrme en su boca, cuando se despedía, me diera un beso de tornillo.

Al poco tiempo coincidí en una tertulia con un joven escritor, más polémico que virtuoso. Le gustaba provocar, meterse con todo el mundo, y cagarse en sus muertos a la menor discusión. Aquel día, como casi siempre, estaba tan borracho que apenas le entendía. Tampoco me interesaban mucho sus gilipolleces. Pero soltó el nombre del cabrón unido al mío. Dijo que de no haber muerto, yo no habría llegado a donde estaba. Que a él tampoco le importaría llegar así.

Hijo de puta, niñato borracho. Me di cuenta de que me había convertido en un cabrón con suerte, como el asqueroso al que me había cargado. Me había quedado con sus putas y sus libros. Le había robado su vida. Iba camino de robarle también su muerte.

PROTAGONISTA


El auténtico protagonista siempre es el micrófono. Es una suerte de traspositor, el enlace que consigue atrapar una pregunta y convertirla en un deseo, en un suave requerimiento. El micrófono es el apéndice que te otorga la carta de naturaleza, certifica tu posición dentro del estudio y, en cierto modo, no eras nada, ni siquiera un "proyecto de" antes de colocarte enfrente. Pero también es una parte de ti, la más traviesa, la que te dejas a veces olvidada por ahí, la que juguetea y no sabes dónde va a llevarte. Una parte de ti que, aunque hayas descubierto hace poco, te parece que ha ido contigo toda la vida abriendo el camino que pisabas, las conversaciones que mantenías.

De lunes a viernes, de 12 a 14 h. , en Punto Radio, Protagonistas local (Marbella, San Pedro, Benahavís) con Cristian Ortas (foto borrosa) y Girasol Blanco.

lunes, 9 de marzo de 2009

En el comienzo fue

Ser un discapacitado en materia tecnológica se va poniendo cada vez más difícil, tanto es así que (aunque uno -sin demasiado empeño a veces, otras con más- se resista, por romanticismo más de pose que otra cosa) rara es la persona que no mantiene una bitácora (o varias), un sitio web, o está en una de las múltiples y día a día más extendidas redes de amigos. Por supuesto, también todo ello a la vez, a lo que se puede añadir que sólo lee periódicos en su edición digital, no se comunica por escrito si no es por mail y cualquier otro ejemplo de análogas condiciones que al (virtual, por supuesto) lector de este texto se le pueda ocurrir.

Yo, todo hay que decirlo, voy sucumbiendo a los avances de la imparable red poco a poco, como a mi ritmo, y es más que posible que lo haga así por mi manifiesta falta de pericia; si bien tengo alguna curiosidad por según qué cosas, me suele ocurrir que tardo siglos en aprenderlas, y para cuando eso sucede han dejado de tener para mí el interés que suscitó su conocimiento. Disfunciones temporales.

Explicar la utilidad del blog es tan absurdo como innecesario. Creo que todos sabemos por qué existen, si bien haya discrepancias en cuanto a su funcionalidad. Por lo que respecta a su nombre, un amigo me dijo un día que los poetas poníamos títulos a los libros para tener algo que explicar en la contraportada. Como las pantallas en la contraportada no permiten la escritura, que cada quien piense lo que quiera de esta apertura de frontera.