martes, 18 de mayo de 2010

EL BAILE DE LA DERROTA

Las distintas esferas se mueven acunadas
por arrullos de silente desconsuelo. Detrás
de cada historia que nace muere una novedad.
Somos padres y asesinos, Dios y Herodes,
infinitos gestadores de lo efímero.
Un vuelo celebratorio se confunde en el reverso
de dos pies contra el suelo. Miradas de ojos acechan.
Destronar un secreto es creer en humildad.
A los que la voz acompaña emulamos, a aquellos
cuyas palabras supieron hacer y llegar.
Nos puede el recuerdo.
Trémulos y sin destino, encorvados por
propio duelo, pensamientos a flor de labio.
La pasión como un color de ojos y el miedo
como un cabello que acariciar. Áticos
vacíos como semanas de escolares.
Corazones en stand by.