martes, 23 de noviembre de 2010

REFLEXIONES DE BUENA MAÑANA

He descubierto (a decir verdad es algo que ya intuía, digamos que lo he constatado)que existe gente con tal capacidad de fabulación que repite mil veces la misma mentira hasta el punto de que esa mentira llega a sutituir en las mentes de los demás a la propia realidad. Se llaman periodistas.

* * *
- Vividos desde dentro,la mayoría de las veces aquellos adorados e intocados mundos carecen del atractivo de que los revestía el desconocimiento y el misterio. Y preferiríamos no haber sucumbido a sus encantos, y haber guardado para siempre la imagen fugaz de un destello de belleza ilusoria.
- ¿Por qué no lo dejó pasar, entonces?
- ¿Acaso usted habría podido?

* * *

Uno acaba dándose cuenta de que el paso del tiempo no consiste más que en eso, en conocer las propias limitaciones, descubrir los errores cometidos, parcelar los objetivos que te marcas y, en definitiva, dar por muertos ciertos sueños de la impetuosa juventud. Porque de lo contrario acabas convirtiéndote en un eterno derrotado, en un luchador incansable, acróbata permanente del más difícil todavía". Y eso es hermoso,pero no sano.

miércoles, 27 de octubre de 2010

EL ORIGEN DE TODO

Debo decir, antes de nada, que yo siempre he sido un afrancesado. Cuando era pequeño, prefería (inconscientemente) a Dumas y sus mosqueteros antes que Stevenson y sus piratas. Más adelante, leía con delectación a los Baudelaire, Rimbaud, Corbiére o Verlaine, y Lord Byron me parecía un señorito con ínfulas de revolucionario. Por supuesto, Sartre se impondría a Bertrand Russell.

Lo que quiero decir es que el pueblo francés, más allá de mitomanías personales, me ha parecido atractivo y admirable en muchísimos aspectos, también los políticos y sociales. Me identifico más con Moratín, por poner un ejemplo, que con aquellos patriotas defensores del Dos de Mayo. ¿Qué es lo que estaban defendiendo? Pues sencillamente una sociedad inculta y analfabeta dominada por curas cerriles y propagandísticos que no dudaron en matar (violación del quinto mandamiento?) para conservar sus privilegios, como sin dudarlo un momento hicieron en la época franquista.

Los franceses son los inventores e ideólogos del modelo de sociedad moderna que hoy conocemos. Porque no dudaron en cortarle la cabeza a aquellos que se estaban aprovechando del trabajo de la mayoría en pos de la "Liberté, egalité, fraternité". Porque en el sesenta y ocho, cuando aquí Alfrendo Landa se dedicaba a perseguir suecas y el resto de España se sacudía la caspa con el "Lalala", allí estaban intentando cambiar el mundo pidiendo lo imposible. Porque hace unos años, cuando se la iban a meter doblada a los jóvenes con una reforma laboral indignante, salieron a la calle, quemaron contenedores, formaron barricadas y la liaron parda. Aquí, les recuerdo, organizábamos concentraciones masivas de macrobotellón.

Por eso no me sorprende la distinta respuesta que están teniendo las diferentes movilizaciones obreras en uno y otro país. Aquí nos dicen que van a subir la edad de jubilación a los 67 años, y el día de la huelga general aprovechamos para buscar un bar que haga "juerga". Allí, montón un cisco del copón, porque quieren subir ese mismo límite a 62 (aún más bajo que el vigente en España), cortan los transportes, frenan la actividad, se unen y reivindican. Luego es muy bonito que se beneficien los que no han luchado.

Lo que es por mí, olé los cojones de los gbachos. Y a ver si aprendemos

jueves, 14 de octubre de 2010

OTRO DIÁLOGO APÓCRIFO

- Con ciertas personas no puedes estar absolutamente seguro de nada. Ni para lo bueno ni para lo malo. Principalmente porque ni ellos mismos se entienden, con lo cual es particularmente difícil ser entendidos por los demás. A este hecho, ya de por sí insidioso, suele ir unido otro que complica aún más el conocimiento mutuo, y es que las personas a quienes me refiero son raramente empáticos, y de una suerte de iluminación que les hace pensar que nadie, si no son ellos mismos, está (ni podría remotamente estar) en posesión de la verdad.

- Hablas de modo extraño. Sobre todo si no eres capaz de incluirte en ese grupo.

- Puede, no digo que no. Sólo intento llamarte la atención sobre el hecho comunicativo. Sobre cómo no lo hacemos, realmente.

- Hay veces en que puede no hacer falta estar dentro de la cabeza de otra persona para saber cómo piensa, basta con adivinarla, con intuirla, y esa complicidad a veces existe entres seres que se conocen bien, que se asumen el uno al otro, así por ejemplo las parejas. De resultas que lo que yo propongo, finalmente,no es más que una invitación a salir del aislamiento e intentar conocer a los demás un poco mejor, saber más cómo piensan.

- De todos modos no pierdas de vista que somos personajes, que éste es un diálogo ficticio, y ese carácter fictivo de nuestras palabras nos permite casi cualquier cosa.

martes, 14 de septiembre de 2010

EPÍSTOLAS Y EPISTOLARIOS

Madrugar, de vez en cuando y según para qué cosas, puede significar recabar satisfacciones más allá del sempiterno y mentiroso (pues nacido de los resabios de la asquerosa moral juedocristiana que aún atenaza nuestro comportamiento otra cosa no podía ser) refrán relacionado con la ayuda divina. La dimensión o el alcance de esas satisfacciones son, recordarlo es una obviedad, de diversas magnitudes.

Hace unos días (cuatro o cinco días) me desayuné (es un decir) con la noticia de la publicación por parte de la editorial Galaxia Gutenberg del epistolario amoroso de Jorge Guillén, el más "cósmico" (y me encanta discutir sobre esto) de los poetas del 27, cuya destinataria era la que sería su esposa, la francesa Germaine Cahen. Tengo una debilidad histórica con las colecciones de cartas, donde creo que se descubren aspectos de la personalidad imposibles de rastrear en otros escritos, ni siquiera en las memorias o autobiografías; por una sencilla razón, y es que la epístola es, en principio, el único género que acaba siendo público por accidente, no cuenta desde su concepción con la vocación de lo eterno más allá de los ojos de la persona a quien está dedicada, la cual en muchas ocasiones habita tan dentro de nosotros que es la única a la que podemos dirigirnos desnudos sin temor a ser rechazados, sin más artificio que nuestra propia retórica personal,que al fin somos nosotros en origen, pues no hay disfraz posible para con quien queremos amar y demostrar toda nuestra pureza. Al escribir una carta renunciamos a ser quienes debería la apariencia anunciar, y sólo somos en la palabra y la memoria del lector, que construye su visión como si nuestro eco dibujase cada rasgo evocado por las letras. Decimos, y en tanto que lo hacemos acariciamos, movemos al recuerdo y, si se cumple por completo el objetivo, nos entregamos al dulce servicio de la necesidad, que no por lejana es incumplida. Si acaso, mal menor, más deseada.

Hay otro tipo de cartas, también personales, pero de otro tipo, más amicales. Yo he recibido hoy una de esas, desde Sevilla, que pasará a engrosar la cada vez más llena pared que hace falsamente cosmopolita mi dormitorio, con las postales de los viajes de mis amigos.

Pero hay colecciones de escritos que encierran toda la historia de amor que no cabría, por mucho que se apretase, en el repertorio de besos dados. Ni siquiera incluyendo los que no se dieron.

sábado, 4 de septiembre de 2010

QUÉ QUIEREN ELLAS

SUEJETO 1: Para conquistar a una mujer, lo principal es saber escucharla. Eso la hace sentir única, especial. De esta manera le haces ver que te importan sus problemas, que te preocupas con ella de sus cosas, que no estás a su lado simplemente para lo que realmente estás. Y créeme, no hay nada que aburra más a una mujer que un tío que sólo sabe hablar, y hablar, y hablar sin parar. Entonces ella piensa que la tratas como a un mueble.

SUJETO 2: Pues yo creo que a las mujeres lo que verdaderamente les gusta es que las hagan reír. Ellas quieren divertirse, tienen suficientes problemas a lo largo del día, en su existencia cotidiana, para que el rato que dedican a su pareja se lo pasen escuchando penas y quejas. Si eres capaz de entretenerla y arrancarle una sonrisa, tienes mucho ganado. Créeme, el rollito de víctima lastimera y atormentada no funciona; lo último que quieren las mujeres es que las tomen por psicólogas.

SUJETO 3: Mirad, las chicas quieren, por encima de todo, que se las trate bien, que se las respete, y que se las quiera. Esfuérzate en demostrarle que ella es lo más importante para ti, desvívete por conseguir que se sienta realmente amada cada día, hazle ver que el sol para ti sale con ella y que de noche velas pensando en vuestra vida juntos, y que si no existiera tendrías que inventártela. Si consigues interiorizarla tanto como el oxígeno que te corre por la sangre ella verá que eres su hombre.

SUJETO 4: No, no no. Las tías lo que quieren es que pases de ellas, no que seas su perrito faldero. Hazle ver que no te importa, que hay muchos más peces en el mar y más tías que ollas y más tetas que pollas. Entonces ella se encelará y será la que ande detrás tuyo. Cuanto más pases, más te buscará; cuántas más putadas le hagas, más te querrá. Es una especie de sentimiento de orgullo o de triunfo, no sé. Lo que está claro es que no quieren que las agobies con historias de amor eterno ni memeces de ese tipo. Así lo llevas claro.

SUJETO 5: Está comprobado por la ciencia que las mujeres buscan en sus parejas un reflejo del hombre más importante de sus vidas: el padre. El complejo de Electra no sólo tiende a sustituir a la madre, sobre todo a adorar al padre, que simboliza además de la fertilidad la protección que toda mujer necesita atávicamente. Es difícl, pero cuantos más rasgos inspirados en la figura paterna descubra la mujer en su hombre, más posibilidades habrá de que la relación funcione.

SUJETO 6: Pude ser, pero si quieres que una piba esté por ti, lo que tienes que hacer es comerle bien el coño y follártela como no se la ha follado nadie. Mucho que si esto, mucho que si lo otro, pero lo único que realmente funciona es tenerla bien surtida de polvos. Olvídate de tonterías, lo demás se puede arreglar, pero si la cama no funciona, nada funciona. Las mujeres son animales racionales, pero animales, y todo el año en celo, créeme.

UNA CHICA QUE PASA POR ALLÍ: Tantos años y seguís sin tener ni idea!!!

lunes, 30 de agosto de 2010

¿NOS HACEMOS UN CINE?

Lo primero que publiqué con mi nombre y apellidos fue una reseña cinematográfica. Antes siquiera de tener la competencia literaria suficiente para opinar sobre libros, y antes por supuesto de superar esa oscura barrera del pudor que impide mostrar a los demás los frutos de tus desvelos creadores,sí que creía estar capacitado para hablar (escribir) sobre una de mis primeras pasiones, el cine.

Nunca pensé en ser actor, carezco de los atributos necesarios para ello (salta a la vista); tampoco en dirigir, y a esto no me pregunten por qué. Pero desde los doce o trece años disfrutaba como un enano (lo que era) con las películas del cine clásico que, se suponía, eran difíciles de comprender para alguien de mi edad. Por el contrario yo las analizaba, leía lo que podía sobre ellas, me interesaba por las curiosidades del rodaje, filmografías de los participantes, premios recibidos... Lo disfrutaba, en suma.

Guardaba una especial relación con el rito de ir a las salas. Casi siempre lo hacía solo, únicamente me dejaba acompañar cuando era estrictamente necesario por una chica, nunca por amigos ruidosos y engullidores de refrescos y palomitas. Me molesta aún que la gente se pase la película hablando o casi peor, cuchicheando y bisbiseando como si nadie les escuchase, con la insoportable impunidad que les otorga la falta de luz, que no el silencio.

En algún momento el cine se me ofreció incluso como materia poética, me imagino que intentaba emular a otros que lo hicieron con mucha más fortuna que yo (inmejorable el libro de Diego Medina Poveda, Celuloide de sombra, premiado este año en MalagaCrea), sugestionado también por mis visitas a ese templo que es la Filmoteca Nacional en la época en que vivía en Madrid.

Y lo cierto es que pienso en ello ahora, porque hace nueve meses que no voy al cine, y la última vez fue tan importante la película como lo demás. No sé si volveré pronto porque, a decir verdad, la oferta es sencillamente desoladora, y para citas románticas se me ocurren sitios mejores. Pero desde luego que si lo hago tendré presente que estoy regresando a una parte insustituible de mi educación sentimental.

jueves, 17 de junio de 2010

SPA

Hace ahora dos años, cuando volví a San Pedro, comencé a escribir un libro sobre la huida, sobre cómo dejamos ciudades y personas para poder echarlas de menos. Este poema, en el que la mujer simboliza la ciudad (o al revés)iba a ser el epílogo. pero, por suerte, hace unos meses lo sustituí porque había escrito otro mejor. El mejor.

SPA
A pesar de todo, sí, esa viene
a ser tu única patria.
A falta de otros recuerdos, yo opté por la invención.
Creo en el poder evocador de lo no vivido.
Y ya sabes que también alguien
me enseñó a recordar el futuro.
Quiero mandarte seis
besos como seis cuerdas,
con las que unirnos, con las que
darme al suicidio.
Veo luces que se apagan y cuerpos que se buscan.
Si se caen los prejuicios y no existe la distancia
que separa rubor y pecado; si sólo crece
el ansia de lo desconocido,
el perpetuo sabor de una amargura
que no llega a doler lo suficiente.
Si es en estas calles que me encierran
y destruyen cual heridas de una guerra
de urbanos decadentismos.

Si eres sólo el paso dado
al borde del precipicio.

martes, 18 de mayo de 2010

EL BAILE DE LA DERROTA

Las distintas esferas se mueven acunadas
por arrullos de silente desconsuelo. Detrás
de cada historia que nace muere una novedad.
Somos padres y asesinos, Dios y Herodes,
infinitos gestadores de lo efímero.
Un vuelo celebratorio se confunde en el reverso
de dos pies contra el suelo. Miradas de ojos acechan.
Destronar un secreto es creer en humildad.
A los que la voz acompaña emulamos, a aquellos
cuyas palabras supieron hacer y llegar.
Nos puede el recuerdo.
Trémulos y sin destino, encorvados por
propio duelo, pensamientos a flor de labio.
La pasión como un color de ojos y el miedo
como un cabello que acariciar. Áticos
vacíos como semanas de escolares.
Corazones en stand by.

martes, 16 de marzo de 2010

VOLVER SOBRE LOS LIBROS

Suelo volver en repetidas ocasiones sobre lecturas que tenía más o menos olvidadas o, en el mejor de los casos, borrosas y difuminadas por la pátina con que el tiempo las cubre. Es un placer que me permito de vez en cuando y debo decir que en la mayoría de las ocasiones mi revisitación supone una lectura diamentralmente opuesta a la que recordaba haber realizado. No puede soprendernos demasiado que esto suceda, los libros son interpretados de diversas formas en diversos momentos históricos incluso por un mismo individuo. Lo que pudo no habernos emocionado en un determinado momento, por las razones más variadas, puede hacerlo en la aludida relectura, porque nuestras propias circunstancias, nuestro bagaje cultural o nuestro pensamiento y actitud frente a la realidad no son inmutables, y fluctúan sobre ejes en movimiento constante. Nuestros juicios, por suerte, no son eternos.

Gabriel Celaya es un poeta que, durante algún tiempo, fue una de mis lecturas de cabecera, eran años más revolucionarios, más comprometidos e inocentes. Los primeros años de facultad, que todos hemos vivido como si sólo desde allí y a través de la cultura pudiésemos cambiar un mundo que, hipotecas y precariedad laboral aparte, nos parecía reconvertible en una especie de Arcadia moderna. Poco después Celaya cedió paso a un más virtuoso y profundo Blas de Otero (el primer Otero, y el de Pido la paz y la palabra) que satisfacía mucho más con sus sonetos mi paladar estético. Hoy, en estos días, vuelvo a Celaya y lo encuentro necesario, menos bronco de lo que yo mismo le achacaba, tierno a veces y absolutamente comprometido con su arte, con el arte tal y como el lo entendía, gregario de sí mismo y al servicio no de ideologías sino del cambio y la lucha en sí mismo. Una poesía, en definitiva, para hacernos mejores. Algo que, bien pensado, no está tan lejos de algunos poetas líricos que el propio Celaya denostaba.

Aunque esta revisitación tiene que ver casi siempre con las lecturas que explico en clase, en otros casos su origen es más curioso y, si quieren, hermoso. Alguien a quien conozco ha decidido lanzarse a la aventura escrituraria, y no digo más porqu estas cosas si se hablan acaban frustrándose y es lo último que yo le deseo. Pero su iniciativa me ha puesto de nuevo en contacto con uno de esos libros que lees en la adolescencia porque hay que leerlos, y que realmente no eres capaz de comprender ni en un diez por ciento de su extensión artística, histórica ni repercusión social. Me refiero a la Divina comedia, libro hijo de su tiempo por excelencia, donde la alegoría es tan trabajada que te cuesta a veces pensar que pueda ser tal y no la image que se te está describiendo: olvidamos que existe un referente y deseamos continuar la lectura como si el elemento fictivo tuviese menos de moral que de entretenimiento. Leer algunos libros como "lo que no son" puede llevarnos a aventuras excepcionales.

Me he propuesto que mi próxima relectura sea Ovidio. Quién sabe.

martes, 23 de febrero de 2010

PRISAS Y PAUSAS

A veces las cosas suceden demasiado rápido, y a pesar de que nos pueda dar la impresión de que han estado toda la vida ahí, apenas son un destello fugaz que nos alumbra desde hace bien poco. No somos culpables de medir el tiempo de una forma errónea, pues ya se sabe que es una era convención que estiramos o contraemos según se nos antoje. Pero sí es posible que sean otros parámetros los que gobiernen la percepción, el valor o la importancia con que algunos elementos llegan a instalarse en nuestra cotidianeidad, formando parte sustancial de una memoria creada sobre un pasado ficticio, casi inventado a antojo propio, pero tan real que otorga sin duda la entidad necesaria a los hechos referidos para construir y asentar el presente que se vive.
Vivimos condenados por la inmediatez, por el absolutismo de lo radicalmente nuevo, y la pausa está mal vista desde casi todos los ámbitos de la sociedad, se considera una pérdida de tiempo tomarse las cosas con calma, deleitarse en el recreo de lo puramente lento, como sólo puede serlo aquello que ansíe la eternidad, huyendo de la belleza efímera. Todo es ahora pero, como escribió el poeta, "hoy es siempre, todavía".
En medio detodo ello hay quien, como Ferrán Adriá, decide tomarse un tiempo para redefinirse. Hoy he leído que El Bulli se convertirá en una especie de academia, con becarios aspirantes a deconstruir la tortilla de patata. Como si no hubiese estado ahí siempre.
La costumbre de sabernos centro de nuestro mundo y parte minúscula del más general concepto cósmico es un ejemplo de la relatividad de ciertas ideas que nos preocupan por no tenerlas demasiado reflexionadas, para eso habría que dar un paso más en el paradójico avance que supondría pararnos a pensar. Y eso es complicado.

martes, 12 de enero de 2010

SONETO DEL TREINTAÑERO DE 29

Al que sin embozo llamaron cuerdo
con desparpajo le tildan de loco,
frontalmente dicen ahora que choco
contra todo, que a mis amigos muerdo.
Encuéntrome en un desencuentro
de enemigos pleno, de amigos solo
y acordado el envite del arrojo
a través del escrito desacuerdo.
Por leer lo contrario de lo escrito,
por mi torpeza en el saber decir,
por no querer ver más que lo ya dicho,
con armas desenfundadas, así
como en justas de justicia te invito
a dolor o amor mutuo conseguir.

viernes, 8 de enero de 2010

AUSENCIAS Y REGRESOS

Hay un dicho (bastante ventajista, creo) que reza algo así como "sólo se valora lo que se pierde". Puede que en algunas circunstancias la costumbre de vislumbrar algo de cerca, de habituarse a su uso, su visión y su proximidad más o menos certera nos lleve a malgastar e incluso despreciar en ciero modo las bondades de su aprovechamiento. Esto, que sucede con los objetos y las ciudades, no es menos cierto con las personas, fuente primigenia de nuestro engrandecimiento espiritual y de la gozosa actividad plena del ser humano como integrante de la sociedad.

La ausencia es, desde todo punto de vista, un fracaso. Y lo es porque entraña una pérdida, el abandono de aquello que se ha poseído y disfrutado; somos afortunados de obtener el jugoso placer de lo conseguido (y ahora sí, quizá, me esté refiriendo exclusivamente a personas) sin ningún esfuerzo, pero se nos agolpan los dolores de la partida, el que se marcha deja tras de sí un poso de amargura y desamparo que sólo se puede maquillar reparando las heridas con retales de otras personas pegados a nosotros mismos. En caso opuesto, aquel que emprede el viaje llenará su existencia de nuevas adquisiciones, de experiencias y de lugares, volviéndose dichoso y más perfecto aunque, puede que sin saberlo, también fracasado y perdedor.

El regreso, por contra, supone el triunfo sobre todo lo anterior, es la celebració de la vuelta, de la victoria sobre el tiempo y el olvido que tantas desgracias propone y dispone en aquellos que durante un tiempo se han querido y aun después de separar sus caminos continúan profesándose un cariño verdadero y sin intereses facticios. El reeencuentro, eso sí, puede estar teñido por memorias deformadas en el lapso transcurrido, por circunstancias de nuevo cuño y situaciones que giran alrededor de parámetros diversos a los de antaño. Pero seguirán, sin duda, conservando el sustrato inicial de ese deslumbramiento que nos produjo en una primera brillantez.

Escribo todo esto porque mi buen amigo Cristian Ortas ha vuelto por unos días de su viaje. Mañana regresa a Madrid y después a Dahab, a seguir buceando el Mar Rojo. Su ausencia y su regreso han sido dos estados de ánimo. No hemos compartido, en esta ocasión, tanto como los dos preveíamos. Pero seguro que la próxima vez no volverá: será como si viniera.