miércoles, 27 de octubre de 2010

EL ORIGEN DE TODO

Debo decir, antes de nada, que yo siempre he sido un afrancesado. Cuando era pequeño, prefería (inconscientemente) a Dumas y sus mosqueteros antes que Stevenson y sus piratas. Más adelante, leía con delectación a los Baudelaire, Rimbaud, Corbiére o Verlaine, y Lord Byron me parecía un señorito con ínfulas de revolucionario. Por supuesto, Sartre se impondría a Bertrand Russell.

Lo que quiero decir es que el pueblo francés, más allá de mitomanías personales, me ha parecido atractivo y admirable en muchísimos aspectos, también los políticos y sociales. Me identifico más con Moratín, por poner un ejemplo, que con aquellos patriotas defensores del Dos de Mayo. ¿Qué es lo que estaban defendiendo? Pues sencillamente una sociedad inculta y analfabeta dominada por curas cerriles y propagandísticos que no dudaron en matar (violación del quinto mandamiento?) para conservar sus privilegios, como sin dudarlo un momento hicieron en la época franquista.

Los franceses son los inventores e ideólogos del modelo de sociedad moderna que hoy conocemos. Porque no dudaron en cortarle la cabeza a aquellos que se estaban aprovechando del trabajo de la mayoría en pos de la "Liberté, egalité, fraternité". Porque en el sesenta y ocho, cuando aquí Alfrendo Landa se dedicaba a perseguir suecas y el resto de España se sacudía la caspa con el "Lalala", allí estaban intentando cambiar el mundo pidiendo lo imposible. Porque hace unos años, cuando se la iban a meter doblada a los jóvenes con una reforma laboral indignante, salieron a la calle, quemaron contenedores, formaron barricadas y la liaron parda. Aquí, les recuerdo, organizábamos concentraciones masivas de macrobotellón.

Por eso no me sorprende la distinta respuesta que están teniendo las diferentes movilizaciones obreras en uno y otro país. Aquí nos dicen que van a subir la edad de jubilación a los 67 años, y el día de la huelga general aprovechamos para buscar un bar que haga "juerga". Allí, montón un cisco del copón, porque quieren subir ese mismo límite a 62 (aún más bajo que el vigente en España), cortan los transportes, frenan la actividad, se unen y reivindican. Luego es muy bonito que se beneficien los que no han luchado.

Lo que es por mí, olé los cojones de los gbachos. Y a ver si aprendemos

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