viernes, 10 de julio de 2009

DÍAS BUENOS

Uno se pregunta de vez en cuando (y a veces con una frecuencia enfermiza, obsesiva) por la naturaleza y el origen de la felicidad. No es nada extraordinario, obviamente, desde que el ser humano es capaz de razonar y poner en orden ciertos pensamientos lógicos le ha asaltado la cuestión. Probablemente el punto de no retorno se encuentre precisamente ahi, en el hecho racional: el interrogarse acerca de determinados asuntos conlleva la duda sobre los mismos (id est, la posibilidad de no ser feliz; los seres no racionales lo tienen mucho más fácil).

Ayer no me tocó la primitiva; trabajé las mismas horas que todos los días (incluso alguna más); nadie me dijo te quiero... Y sin embargo esta mañana me sentía especialmente contento, me miré al espejo y me vi más delgado, asumí mis circunstancias como las mejores posibles y cuando, a media mañana, los alumnos me decían que la pasiva es más dificil si no se localiza el complemento agente, yo les expliqué con las mayores paciencia y ganas del orbe. He invitado a mi jefe a una caña.

Me resulta, en la cercanía y fuera de complejidades reflexivas, extremadamente complejo el funcionamiento de nuestra mente; sencillamente por qué unos días nos sentimos mejor y otros peor.

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