lunes, 29 de junio de 2009

COMO MISTER FOGG

El amigo Cristian Ortas se ha marchado a dar la vuelta al mundo (empresa para la que calcula invertir alrededor de dos años, los cuales a mí se me antojan -porque posiblemente le sea grato permanecer algún tiempo en cada sitio visitado- insuficientes, escasos) esta misma mañana. A estas horas ya debe andar por Marruecos, primera etapa de su viaje. Como buen viajero que es, pretende rutear utilizando el mínimo de transportes posible (en cuallquier caso, nunca el avión) para desplazarse. Creo que esa insatisfacción del nómada impenitente cuando pasa estancado en el mismo lugar demasiado tiempo es la que le ha impelido a comenzar esta aventura. El inquieto viajero necesita de lo desconocido, de la itinerancia en pos de respuestas que le ayuden a conocerse mejor a sí mismo y de explicarse dentro de una diversidad, ya sea cultural, física, religiosa o lingüística. Es una bonita enfermedad que no tiene, creo, que estar reñida con el arraigo, aunque seguro que algunos estarán en desacuerdo conmigo. Es posible, por otro lado (y así lo creo yo, algún día espero presentarlo a modo de poemario), que el viaje tenga una dimensión de huída; una huída que responda a motivos de diversa índole entre los cuales no sería el menor la memoria, el recuerdo: huir para poder echar de menos y de ese modo justificar o tasar en su medida oportuna los sentimientos que te enlazan con las ciudades o países que dejas, y por ende a las personas que los habitan.

Una idea tuvo Cristian que me pareció acertadísima. Pretende escribir, durante su peregrinación, un poema dedicado a (o sugerido por) cada país que visite, y a su vuelta publicar con el resultado una plaquetita para regalar a los amiguetes. Por supuesto, yo le dije que si la cosa se ponía seria podía darle lugar a un señor libro. Veremos en qué desemboca todo.

Podéis seguir sus andanzas en el blog www.trotachanclas.blogspot.com. Espero que no lo abandone demasiado y nos dé noticias puntuales de su recorrido. Buen viaje!!

viernes, 26 de junio de 2009

MONOSABIO, 5

El pasado miércoles, mientras el mundo futbolero se echaba las manos a la cabeza (taparse los ojos también cuenta en esta expresión, porque ¿donde están los ojos, sino en la cabeza?) por la derrota de nuestra selección nacional ante la potentísima escuadra yanqui (hasta el fútbol nos quieren quitar; ¿es que no respetan nada?) en el estrafalario torneo de la Confecup, el balneario malagueño de los Baños del Carmen acogía la presentación del primer libro de Diego Medina Poveda, quinto de la nueva etapa de la Colección Monosabio, Urbana Babel. Si a algún incauto se le ocurre preguntarse por qué he tardado un día y medio en hacer referencia a ello en mi blog, le diré que por desgracia mis plusmarcas alcohólicas han mermado considerblemente; las abusivas ingestas que antaño permitían una continuada actividad (estado obviamente transitorio entre dos melopeas) hoy se revelan como estranguladoras tenazas que impiden el más mínimo razonamiento. Lo más parecido a un acto intelectual que pude llevar a cabo ayer fue echar unas risas con un vídeo de Muchachada Nui. Serán cosas de la edad.

Además de que sea mi hermano literario, existen razones de valor intrínseco par que les recomiende a todos la lectura del antedicho poemario. La escritura de Diego Medina se basa en un clasicismo actualizado por referentes culturales de la vanguardia literaria y cinematrográfica. En todos sus poemas se adivina un rastro inconfundible de erudición que va trufando el camino del lector de guiños que consiguen demostrar (más allá de la impertinencia del que quiere deslumbrar con sus lecturas) un bagaje intelectual convertido en forma de vida y de creación. La referencia al camino no se hace gratuita, porque así se concibe el libro, como camino o como fluir, como ese río al que se hace referencia en tantos poemas, escapando del cliché de la metáfora del cambio. No hay aquí más que sucesión, es sobre todo tiempo y vida lo que se plasma en las interrogaciones indirectas, implícitas, formuladas a gente tan dispar como Apollinaire, Godard, L.M.Panero u Octavio Paz. Urbana Babel es un libro que, de no saber que supone el debut literario de su autor, podría hacernos pensar en una obra anterior cuyas constantes se plasmen, a modo de corolario, en estas páginas de ahora. Un libro meditado y de composición precisa, con poemas de una voz que escapa al balbuceo propio de juventud.

Con su socarronería habitual, el director de esta colección comentó que "él siempre había pensado que se trataba de la mejor colección de poesía de Andalucía y de España". Si él lo dice no seré yo quien le enmiende el juicio. Larga vida al Monosabio.

viernes, 12 de junio de 2009

En una librería

Buceaba entre los anaqueles de una librería de viejo cuando me topé con una Introducción a la poesía del poeta argentino César Fernández Moreno (México DF, FCE, 1962). Entre otras cosas, el primero vaguardista y luego confesional escribe:

"Desde su nacimiento en el siglo XII (?), su inmediato apogeo en el renacimiento y su posición siempre expectable en los diversos movimientos literarios, el soneto parece alcanzar su último triunfo con los parnasianos, a fines del siglo pasado. El XX, como a tantas otras formaciones culturales, le es indiferente en general, hostil en particular, y amenaza con eliminar para siempre su gravitación sobre la poesía lírica. Entre nosotros, su posición insegura se ha ido debilitando más y más desde que Jorge Luis Borges descreyó de sus estrafalarios rigores numéricos y Ricardo Güiraldes difundió que el sonetista tiene un moldecito de budín en la mano y mete dentro todo lo que se le pone a tiro". (p.17)

Obviamente, mi tocayo no debía tener en cuenta a Blas de Otero, verbigracia.

En otro lugar afirma:

"El hombre, enfrentado a la realidad, trata de aprehenderla mediante las disciplinas cognoscitivas (entendiendo por disciplina toda actividad cultural ordenada). Este es su movimiento eferente, lo que absorbe del contorno. Para quien cree en Dios, la religión es la máxima disciplina cognoscitiva. Para quien no cree, la religión es reemplazada por la filosofía, la ciencia o el arte". (p. 95)
Poesía como conocimiento. ¿De qué me suena a mí eso?
Dirán algunos que por qué me intereso por tratados o ensayos cuyos puntos de vista están claramente obsoletos. Pues bueno, también eso constituye parte del conocimiento de la tradición y nos ayuda a explicar la deriva que llevamos.