miércoles, 18 de noviembre de 2009

ANTOLOGÍA DE POÉTICAS DE ANTOLOGÍA (VIII)

Está comprobado que las poéticas caducan antes -mucho antes, por suerte- que los poemas. Esto invalida toda solemnidad: cualquier cosa que diga puede ser desmentida inmediatamente por la práctica. En mis poemas busco una aproximación a las cosas, sensaciones, al posible orden de la realidad, pero soy consciente de que el poema es una realidad en sí mismo, una creación y no una copia.

No me importa que los poemas no me cuenten nada, me conformo con que me den conversación, me produzcan sensaciones contradictorias y me hagan reflexionar. Lo que no soporto, como lector y como escritor, esa poesía obsesionada por contar una idea, por reflexionar en verso, por dar estupendas respuestas para todo. Odio la poesía en la que se ve muy fácilmente la opinión del autor, es raro que coincida coon la mía.

Entiendo el poema como un arte de atmósferas, musical, de sugerencias: hacia la impresión abstracta, pero con piel. Que cada lector reconstruya su propia sensación, su propio poema, distinto si quiere al del autor. Una poesía de las cosas, que no las juzga, pero también una poesía que en sí es una cosa: con el valor de asidero que tienen los objetos cotidianos, capaces de cargarse de memoria, de gozo, de utilidad, de resistencia.

Creo que está implicito en la propia función de las palabras: atrapar el mundo, hacerlo habitable y demandar respuestas.


Carlos Pardo en 10 menos 30. La ruptura interior de "la poesía de la experiencia" (Editorial Pre-Textos, Valencia, 1997).

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